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Lesnar, el gran acierto del Royal Rumble 2020

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Son tiempos difíciles para romper lanzas en favor de WWE, y más aún en el concreto caso de Brock Lesnar. La crisis de producto que atraviesa la compañía americana tiene en el ex campeón de UFC uno de sus puntos más controversiales, y es que el actual WWE Champion ha dominado con puño de hierro la escena titular. Este dominio en si mismo ya es motivo de polémica, pero es el hecho de que lo haya hecho de una manera tan autoritaria y desde su condición de part timer el que ha disparado las críticas en torno a un campeón que, además, ha rendido de manera muy alejada de su máximo potencial.

Eso no debería cambiar el hecho de  que, a día de hoy, solo gente que está bastante desconectada de la realidad del negocio puede negar que Brock es una estrella y que genera atracción, pero es perfectamente legítimo preguntarnos si el sacrificio que se hace para su figura merece la pena, así como pensar en que un Brock no tan “cebado” podría ofrecer unos resultados y atracción similares.  Era evidente que la inversión que se iba a llevar a cabo en Brock partiendo desde la primera posición iba a ser muy elevada, pero hay que tener muy claro en que campos quiso invertir WWE con este segmento.

WWE no bookeó esa primera mitad pensando en consolidar o hacer lucir bien a luchadores como Morrison o Rowan, quienes resultaron poco más que carnaza para alimentar a la bestia. WWE bookeó esa primera mitad con la intención de ofrecer un Rumble diferente, con un desarrollo que se salió de lo habitual y que permitió también premiar y resaltar a un buen puñado de figuras, siendo la mayor beneficiada un ganador que necesitaba muchos argumentos para ser recibido como una estrella: Drew McIntyre.

Estamos en una época donde se busca lo viral y en la que la propia compañía ofrece dos batallas reales por evento, por lo que es entendible y elogiable que se atrevieran a ofrecer algo diferente y que les hiciera destacar. La carnicería de Brock no hundió a ni uno solo de los mid cards que pasaron por ahí y cuyo papel no habría sido relevante más allá de unos pocos spots y de las típicas y aburridas interacciones de relleno que todos conocemos cuando el ring se llena. Brock está en un nivel tan diferente al de estos luchadores que, sin duda, podrán salir al próximo show y continuar con sus historias sin que su legitimidad sea puesta en entredicho.

Esto no hace sino agrandar las actuaciones de quienes si pudieron afectarle. Cuando el ring se llenó debido a las entradas de Rey, Kofi y Big E el estadio se vino abajo ante la amenaza real que tenía que enfrentar el final boss. Brock fue un motivo para ver el Rumble desde el minuto uno, al tener una baza argumental muy superior a las habituales. Un monstruo imparable que tenía que hacer frente al inhumano reto de sacar a todos y cada uno de los 29 mortales que iban a salir de esa rampa. Primero fue el citado trío de underdog babyfaces, donde Kofi tuvo un apoyo salvaje por motivos evidentes, pero las interacciones con los “big boys” Keith Lee y Strowman, así como con Ricochet y Drew, funcionaron a la perfección por la simplicidad y la nula saturación el ring. Cuando hubo algo que contar, todos fueron protagonistas.

El hecho de que hubiese un único antagonista enfrentando esas tandas de héroes, reforzó el mensaje y dejó a cada implicado como alguien importante mientras el público estallaba ante la emoción de ver caer a La Bestia o el miedo a su victoria total. Una vez vencidos los powerhouses, con un portentoso Keith Lee  al que los fans recibieron y eligieron como héroe capaz de vencer a Brock, el clímax en el que Ricochet se vengó de Lesnar devolviéndole el golpe bajo para que Drew barriese con su Claymore no pudo ser más satisfactorio. Brock cayó tras una actuación brutal para ser víctima de un hombre que es una necesaria apuesta de la compañía por algo nuevo y que no contaba con apenas transfondo y arco para legitimar su futura posición como main eventer, pero ahora ya la tiene.

Todo esto fue presentado de forma ligera y muy bien escalonada, alternando segmentos de humor y spots brutales con el núcleo argumental que formaron estos tres “equipos”. La paliza a Elias, el bailecito con el tema del retornado MVP, el momento con Shelton… hubo mucho entretenimiento y equilibrio narrativo en el producto que nos ofreció WWE, lo cual era vital en un segmento tan particular como era este. Eso sí, de poco habría servido esta planificación si el principal protagonista no hubiese estado a la altura… y vaya si lo estuvo.

Estamos en 2020 y, como hemos dicho antes, hay motivos más que de sobra para dudar de la regularidad, el compromiso y la posición de Lesnar. Sin embargo, no hay ni un solo motivo para dudar de la calidad de uno de los mejores workers de todos los tiempos y, quizás, el más legítimo de los wrestlers. Lesnar es un worker que, cuando está por la labor, es una absoluta máquina de ejecuciones, naturalidad, selling y hasta carisma y storytelling. Ayer estuvo motivado y ofreció brutales momentos mientras despachaba a sus oponentes, divertidas interacciones mientras esperaba o retaba a sus próximas víctimas y sembró la incertidumbre sobre su futuro más cercano al retirarse derrotado de su pelea.

Drew aparece en el horizonte como el hombre a batir y como, al fin, un rival digno para un Lesnar que fue vencido limpiamente el año pasado por un Seth Rollins que jamás lució como un oponente legítimo y que, desde la consecución de su título, ha dado más pasos hacia atrás que hacia adelante. Esta primera mitad del Rumble ha sido clave en la construcción de lo que puede ser la primera estrella masculina que WWE produce en muchos años.

Ya con Brock eliminado, vivimos un Rumble convencional y que funcionó gracias a lo acertado de los contendientes finales y al inolvidable regreso de Edge, pero también gracias a otro factor. La Rumble, un combate que a veces se hace demasiado largo o pesado, se hizo muy ligera gracias a esta concentrada y diferente propuesta, la cual convirtió la segunda mitad en un “mini rumble” en el que no dio tiempo a aburrirse con tiempos muertos o mid cards sin interés acumulándose  en el cuadrilátero.

La figura de Lesnar despierta y seguirá despertando polémicas hasta que su contrato acabe o WWE y Brock logren un milagro ajustando su complicadísima e inestable fórmula, pero lo de ayer no deja lugar a dudas sobre algo que ya hemos visto muchas veces. Cuando la fórmula Lesnar funciona, no hay nada remotamente parecido.

También puedes leer: Análisis en caliente de Royal Rumble 2020.

 

 

Solo tengo dos cosas claras en la vida: Me gustan las señoras y el Real Madrid. Tetsuya Naito va camino de ser la tercera. En esta cuenta somos muy de Dolph Ziggler.

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